
Al lado del fogón tomando mi chocolate caliente con una frazada que me abrigaba hasta el cuello, el único frío que sentía era en mi nariz, y en mis orejas. Estaban heladas.
Mientras observaba desde la ventana como caía la nieve y dejaba los autos, casas, árboles blancos, corrío una liebre temblando, se apresuró tanto que no alcanze a ver a donde fue. Supuse que temblaba por el frío. Abrí apresuradamente la puerta y sin guantes, agarré un poco de nieve por primera vez. No me importo que me congelara toda la mano, porque mientras hacia un hueco en la nieve, encontré a la liebre a punto de afixiarse. La salvé... y una lágrima cayo en mi rostro al verla.
Ay, qué tierni! Tiene continuación? Un beso.
ResponderEliminarNo, es un cuento con un final abierto. Me alegro que te haya gustado :)
EliminarPrecioso. Sin más.
ResponderEliminarBonita...escribi mas que tenes luz en tus palabras
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